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  • Foto del escritorErnesto Prieto Gratacós

Trombosis venosa, coágulos pulmonares y por qué no debes estar inmóvil

Los seres humanos de hoy pasamos sentados más de la mitad de nuestro tiempo de vigilia, y tener un trabajo sedentario es cada vez más común en las naciones desarrolladas. Esta inmovilidad tiene un alto precio. Por ejemplo, cerca de un millón de personas sufren trombosis venosas (coágulos) cada año en Estados Unidos, y de ellas, casi 90.000 mueren por esta causa. De los que sobreviven, muchos sufren complicaciones a largo plazo. El riesgo de trombosis venosa profunda (TVP), es especialmente alto durante una hospitalización (con o sin cirugía); en cualquier periodo largo de inmovilidad forzada; durante el tratamiento del cáncer; y durante el embarazo o justo después del parto.

Ya sean ricos o pobres, liberales o conservadores, blancos, negros o amarillos, la trombosis venosa afecta a toda clase de personas. Este es sin dudas un asunto en que la prevención resulta de suma importancia, ya que en una de cada cuatro personas que la padecen, el primer “síntoma” es directamente la muerte súbita. Estar sentado o en inmovilidad por mucho tiempo eleva el riesgo de trombosis. En particular por el hecho de que la quietud inmoviliza los músculos de las pantorrillas, cuya contracción regular al caminar bombea la sangre desde los pies hacia las venas de más calibre, que ascienden hasta el corazón. Otros factores de riesgo son: la edad avanzada[1], la obesidad, fumar cigarrillos, la deshidratación crónica, y como dijimos, el embarazo y el reposo forzado luego de una cirugía, enfermedad o fractura.          

Las venas tienen una anatomía especial, ya que poseen válvulas internas cuyo rol es facilitar que la sangre corra en un solo sentido (hacia el corazón). La falta crónica de vitamina C y varios otros micronutrientes, así como el deterioro estructural y funcional que sobreviene con la edad, producen un fallo en estas válvulas, propiciando la formación de coágulos.


El término trombosis hace referencia a las taponaduras o trombos -coágulos de sangre- en el interior de las venas. Como dijimos, incluye tanto la trombosis venosa profunda (TVP, sobre todo en las piernas), como la embolia pulmonar, llamada también tromboembolismo pulmonar o TEP. Quedar hospitalizado por cualquier razón, o sufrir inmovilización forzada, incrementa dramáticamente la probabilidad de generar estos coágulos sanguíneos que taponan los vasos como el émbolo de una jeringa. Curiosamente, la mayoría de estos trombos se generan después del alta hospitalaria.

Hasta el 70% de los casos de trombosis inducida por tratamientos médicos (iatrogénica) pueden prevenirse con técnicas sencillas, como usar anticoagulantes, ejercicio diario, medias compresivas, hidratación abundante, etc. Sin embargo, apenas una fracción de los pacientes hospitalizados recibe estas medidas. Los síntomas iniciales de que se ha generado un coágulo son: inflamación, dolor, rubor (enrojecimiento) y calor en la extremidad afectada.


Se calcula que uno de cada cinco casos de TVP está relacionado con el cáncer y su tratamiento. De acuerdo a nuestros registros, la trombosis es la primera causa de muerte en los pacientes oncológicos, superando incluso a las infecciones, la caquexia (pérdida irrefrenable de peso) y el shock tóxico. Como es lógico, entre las personas con cáncer, las tasas de supervivencia son más bajas para las personas que también desarrollan una trombosis. El riesgo es mayor en los primeros meses tras el diagnóstico de cáncer, momento en que generalmente se aplican los tratamientos combinados más intensivos (cirugía, quimioterapia, radioterapia), y todavía la hemoglobina es alta. Por cierto, incluso en personas que aún no padecen ninguna enfermedad seria, uno de los problemas de tener muy alta la hemoglobina (hematocrito elevado) es que esto aumenta notablemente la viscosidad de la sangre, haciéndola más propensa a formar coágulos.

Las mujeres tienen cinco veces más probabilidades de sufrir una TVP durante el embarazo, el parto mismo, o el trimestre posterior al parto. Los viajes aéreos largos, especialmente los vuelos que duran más de siete horas, son un tremendo factor de riesgo para este fenómeno. Dicho riesgo perdura hasta dos semanas después de haber hecho el viaje. Si ya se ha padecido una trombosis, 1 de cada 3 personas volverá a padecerla en los próximos 10 años. Entre las personas que han sufrido una TVP, casi la mitad tendrán complicaciones a largo plazo (síndrome postrombótico) como hinchazón, dolor, decoloración y descamación de la piel en la extremidad afectada. En muchos casos, la hipertensión pulmonar tromboembólica es una complicación crónica que puede aparecer tras un TEP que haya producido un coágulo grande. Un coágulo muy grande llega a impedir que la sangre ingrese a los pulmones, pudiendo ser mortal.


Previniendo la trombosis venosa

Además de suplementarte con vitaminas hidrosolubles como la vitamina C, bioflavonoides como hesperidina y rutina, o extractos de corteza de pino marítimo (procianidinas), y alimentos específicos como la nattokinasa... moverse es fundamental. En efecto, el movimiento frecuente interrumpe el estancamiento de la sangre en las extremidades inferiores. Las contracciones continuas de los músculos gemelos remueven la sangre venosa que se va acumulando en las piernas (rémora sanguínea) debido al fallo de las válvulas venosas, impidiendo que se lleguen a formar grumos, que luego forman coágulos.


En las inmortales palabras del Rey Julian de Madagascar: ¡Hay que mover el bote! También, cuando debas sentarte por mucho rato a trabajar, coloca las piernas en un sitio más elevado que el asiento en el que estás, esto evitará la congestion de sangre en las pantorillas. Finalmente, hemos comprobado que sumergir los pies en agua helada ayuda enormemente a descongestionar las venas, funcionando como un flebotónico.

 

Nota: La canción original que hace referencia a "mover el bote" es del artista Real 2 Real (Eric Morillo), y tiene por título I like to move it move it!


Ernesto Prieto Gratacós

Laboratorio de Ingeniería Biológica


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