Como una observación más bien cultural y psicológica, varios líderes de opinión en el campo de la psicología cognitiva y el management, alertan sobre un “reblandecimiento” de la joven generación. En coincidencia con todo ello, tanto la fuerza física promedio como la cantidad y vitalidad de los espermatozoides han disminuido estadísticamente a la mitad de las registradas en 1950. Pareciera, como apuntó críticamente uno de mis mentores, que “los chicos de ahora son la mitad de hombres que sus abuelos”. En efecto, la fuerza prensil de las manos -medida a través de un instrumento llamado dinamómetro- ha declinado en hombres y mujeres tanto como un 50% en comparación con lo registrado al final de la Segunda Guerra Mundial (en los jóvenes de aquella época).
Tradicionalmente, el recuento total de espermatozoides ha sido un parámetro sencillo y accesible de medir, que constituye un útil biomarcador para registrar cambios orgánicos (a nivel personal y generacional) en los organismos vivos. En los varones contemporáneos, el volumen de semen por eyaculación está en un rango de entre 1 y 5 centímetros cúbicos, conteniendo de 20 a 150 millones de espermatozoides por mililitro (en promedio, 47 millones). Muchos factores influyen en la cantidad y la vitalidad de la esperma, incluyendo la nutrición, los niveles hormonales, la actividad física, la frecuencia e intensidad de la actividad sexual y la temperatura. La primera voz de alarma sobre una declinación del recuento de espermatozoides se dio en 1974, seguida de muchas otras publicaciones con resultados similares (1-3). En un análisis abarcador de la población, un estudio publicado por el prestigioso British Medical Journal en 1992 (Evidence for decreasing quality of semen during past 50 years) encontró una declinación del 50% ocurrida en el transcurso de las cinco décadas anteriores.
Fig.2 El artículo de Levine et al, consistente en un metaanálisis sobre 185 estudios, examinando en conjunto el semen de un total de 43.000 hombres, corrobora la alarmante declinación de la esperma masculina. Lo que dicho metaanálisis demuestra, en esencia, es que la especie humana tiende hacia la incapacidad de reproducirse. El conteo espermático pasó de 99 millones de espermatozoides por mililitro de semen en 1973 a 47 millones por mililitro en 2011 (una reducción del 53% !!!)), sin signos de desaceleración. Manteniendo ese ritmo, cuatro décadas bastarán para reducir el conteo de espermatozoides a CERO.
Provenientes de los plásticos y los pesticidas, productos químicos como el bisfenol-A (BPA) y los ftalatos -conocidos disruptores neuroendocrinos con capacidad estrogénica- tienen la capacidad de modificar la expresión de los genes dentro las células espermáticas. Esto es realmente serio ya que convierte a varios de esos efectos anti masculinos en características genéticamente heredables. En esas circunstancias, no solo los padres transmiten a sus hijos una inferior capacidad para la espermatogénesis sino que luego, en el transcurso de su propias vidas, esos hijos se exponen a disruptores neuroendocrinos, acentuando el fenómeno de declinación. Esta combinación de factores que deprimen la producción de semen tanto de modo funcional como a nivel genético, explicarían la continua declinación del recuento total de espermatozoides en los últimos setenta años, cuya línea-base estadística continúa descendiendo.
Para ambos fenómenos, el "reblandecimiento" de las generaciones más jóvenes y el declinar de la esperma, se han propuesto diversas explicaciones, siendo la falta de exigencia y rigor en la educación en el aspecto social, junto a la creciente polución de los alimentos y el ambiente en el aspecto biológico, las hipótesis más favorecidas (4-6). Otro elemento preocupante y contrapuesto al progresivo incremento de la expectativa de vida al nacer durante el último siglo, es que los conteos espermáticos bajos son un predictor de morbilidad y mortalidad (4). En consonancia con la Ley de Tanchou, que expresa la correlación directa y proporcional entre el grado de industrialización y la mortalidad por cáncer, la contaminación progresiva seguirá deprimiendo la fertilidad masculina y femenina de nuestra especie. Se han registrado aproximadamente 3.000 sustancias análogas al estrógeno asociadas con la disminución del recuento de espermatozoides y la salud reproductiva en general. Varios insecticidas, como el dicloro-difenil-tricloroetano (el tristemente célebre DDT) se degradan en metabolitos con efecto adverso sobre la sexualidad masculina impactando incluso en el tracto reproductivo durante la embriogénesis, y en general con efectos anti-androgénicos sobre el organismo masculino en desarrollo. La presión anti-androgénica de estos contaminantes presentes en provisión alimentaria humana tarda años en manifestarse, pero sus efectos perduran en el individuo e incluso transgeneracionalmente (4). La ingesta dietética de disruptores neuroendocrinos es rampante en la cultura del fast food y las conservas de la sociedad urbana contemporánea, y no solo ha destrozado el Índice de Masa Corporal (IMC) de los ciudadanos sino que claramente afecta también la cantidad y calidad de los espermatozoides.
Fuerza Prensil y Potencia Relativa en los Varones Urbanos
La fuerza del agarre se ha considerado un indicador muy útil en la evaluación del estado general de la musculatura y la fuerza, las que a su vez se correlacionan con la salud y el metabolismo del individuo. Es así que la fuerza muscular tiene valor como herramienta clínica y de pronóstico de longevidad, especialmente en adultos maduros (5-7). En un estudio de hombres saludables de entre 45 y 68 años de edad, la fuerza del agarre fue un poderoso predictor de limitaciones funcionales e invalidez en los 25 años subsiguientes (8). Cultivar y preservar la fuerza muscular en la mitad de la vida provee un margen de seguridad por sobre el umbral de la invalidez física pasados los sesenta. Lamentablemente, investigaciones recientes muestran una importante y sostenida declinación de la fuerza prensil, en especial entre la generación de los millennials, con una pérdida de casi 21% en relación a la generación nacida en la década del 1980 (9).
Con el interés de evaluar la fuerza del agarre (grip strength) y la potencia relativa en la población masculina, como indicador genérico del estatus físico, nuestro laboratorio evaluó a 253 varones con edades de entre 15 y 70 años. Una estimación del Indice de Masa Corporal (IMC) y la Potencia Relativa (PR), derivada de los datos ofrecidos por los voluntarios, se agregó al análisis. El valor de estas observaciones estriba en poder objetivar, cuantitativamente, el grado de deterioro generacional en el perfil de fuerza de los varones adultos contemporáneos, en comparación con iguales parámetros evaluados en generaciones anteriores. Las mediciones fueron hechas en varones voluntarios, sin parentesco entre sí, abordados al azar en la vía pública. El instrumento empleado fue un dinamómetro digital EH101 (KYTO), con una discriminación de 100g y un grado de incertidumbre o margen de error +- 1.2 kg. Las personas con enfermedades y/o dificultades físicas evidentes no fueron evaluadas, ni fueron incluidos los datos de quienes declararon estar bajo tratamiento por alguna enfermedad importante.
La fuerza prensil registrada en la mano dominante de los varones de 15 a 30 años arrojó un rango de entre 29.3kg y 58.4kg (x=39.8); la de los varones de 31 a 50 años, estuvo entre 40.3kg y 60.2kg (x=45.1); mientras que la fuerza grupo de entre 51 y 70 años registró un rango de entre 32.3kg y 42.7kg (x=42.6). Los promedios de fuerza prensil o presión del agarre en la mano dominante para los tres grupos etáreos -39.8kg, 45.1kg y 42.6kg respectivamente- son menores que los valores reportados en estudios sobre generaciones anteriores. También fue evaluada la Potencia Relativa o PR, es decir, la proporción entre la fuerza y el peso de un sujeto. Por ejemplo, un individuo que genera en su agarre una fuerza prensil de 58kg y tiene un peso corporal de 75 kilogramos, tiene una PR de 0.77 (58 dividido 75). La potencia relativa registrada, fue en promedio inferior a la de reportes generacionales anteriores (10-12).
Una observación hecha por los entrevistadores, y que probablemente sea relevante, es el hecho de que aproximadamente dos tercios (⅔) de los numerosos sujetos que se negaron a participar del testeo voluntario -por desconfianza, vergüenza o desinterés- lucían claramente fuera de forma física, cuando no francamente débiles en comparación a la media de los varones evaluados. Es probable que dicha auto-eliminación haya introducido un ligero sesgo en la muestra (mejorando los valores de fuerza) dado que, de haberlos testeado compulsoriamente, sus mediciones hubieran deprimido el valor promedio, tanto en general como de su grupo etáreo. Por las características del test, que constituye una especie de desafío físico realizado en público, es lógico que muchos de los transeúntes voluntarios que sí accedieron a realizar la prueba tengan un carácter mas decidido y competitivo (signos tradicionalmente asociados a una dominancia de la testosterona y la dopamina). En nuestra opinión, la población masculina debe incorporar ejercicios de fuerza y potencia a su programa de salud, así como reducir drásticamente los carbohidratos refinados de su dieta. La obesidad, la diabetes tipo 2 y el sedentarismo son responsables de gran parte del progresivo y acelerado incremento de las patologías degenerativas en la sociedad urbana contemporánea.
Ernesto Prieto Gratacós
Laboratorio de Ingeniería Biológica
Referencias:
1- A meta-analysis of 61 sperm count studies revisited. Becker S, Berhane K. Fertility and Sterility. 1997
2- Evidence for decreasing quality of semen during past 50 years. E. Carlsen, A. Giwercman, N. Keiding, and N. E. Skakkebaek 1992
3- Temporal trends in sperm count: a systematic review and meta-regression analysis. Hagai Levine, Niels Jørgensen, Anderson Martino-Andrade, Jaime Mendiola, Dan Weksler-Derri, Irina Mindlis, Rachel Pinotti, Shanna H Swan Hum Reprod Update. 2017
4- Statistical modelling reveals demography and time are the main contributing factors in global sperm count changes between 1938 and 1996 C. Bahadur, K.L.E. Ling, M. Katz
5- Muscle strength: clinical and prognostic value of hand-grip dynamometry. Bohannon RW. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2015
6- Grip strength measurement: Significance and boundaries. P Hahn, C Spies, F Unglaub, M Mühldorfer-Fodor
7- Reference values of hand-grip dynamometry and the relationship between low strength and mortality in older Chileans. Lera L, Albala C, Leyton B, Márquez C, Angel B, Saguez R, Sánchez H. Clin Interv Aging. 2018
8- Midlife Hand Grip Strength as a Predictor of Old Age Disability. Taina Rantanen, PhD; Jack M. Guralnik, MD, PhD; Dan Foley, MSc; et al. JAMA, 1999.
9- Comparative study of millennials' (age 20-34 years) grip and lateral pinch with the norms. Elizabeth Fain, Cara Weatherford Journal of Hand Therapy, 2016.
10- Benefits gained, benefits lost: comparing baby boomers to other generations in a longitudinal cohort study of self-rated health. Badley EM1, Canizares M, Perruccio AV, Hogg-Johnson S, Gignac MA. Journal Milbank Quarterly, 2015.
11- Immigration and Generational Trends in Body Mass Index and Obesity in the United States: Results of the National Latino and Asian American Survey, 2002–2003. Lisa M. Bates Am J Public Health, 2008
12- Measures of the Intergenerational Transmission of Body Mass Index Between Mothers and Their Children in the United States, 1981 – 2004. Timothy J. Classena. Econ Hum Biol, 2011.
vuelvo a leer el encabezado y parece que ya se ha hecho la misma comparaciòn entre mujeres.... y tambièn ha disminuìdo.en ellas la fuerza prensil... me cuesta imaginarlo asì...las aprecio màs fuertes , inclusive a las milenials.
no sabrìa còmo hacerlo, no tengo formaciòn, pero serìa interesante hacerlo en la poblaciòn femenina... y establecer datos comparativos.
GRAN Verdad !!!, lo manifiesto y me trae sus problemas !!!!😎
Excelente información, Dr. Enersto. Pensando en esta misma línea, yo que tengo un bebé (varón) ahora mismo de 4 meses, ¿qué puedo hacer para prevenir o revertir este tipo de situaciones?